Resulta
sorprendente la cantidad de reclamaciones que se producen debido a la fisuración
de la capa de rodadura de los garajes particulares. Ciertamente es un problema
menor sin importancia tanto por su alcance como por su situación: tampoco son
los garajes de un edificio de viviendas el espacio más representativo del mismo
precisamente. Por eso he señalado garajes particulares, porque en los públicos
nadie se toma tantas molestias por unas fisuras de muy escasa importancia que
ni siquiera tienen efectos estéticos significativos. Siendo menor el problema,
también es cierto que no es difícil de prever en obra.
La
capa de rodadura es un elemento de acabado que generalmente se coloca sobre una
solera armada que apoya sobre el terreno. Esta solera no suele dar problemas
puesto que se trata de un elemento de considerable espesor, 15-20 cm,
normalmente armada con un mallazo de acero resistente y en donde se dejan
juntas suficientes para evitar que se parta. Normalmente además se coloca sobre
el terreno compactado hasta un nivel que suele venir indicado en el proyecto. A
pesar de que en muchas reclamaciones se pide que se levante también esta
solera, eso no suele tener ningún más fundamento que el deseo de hinchar la
reclamación.
Es
la capa de rodadura la que suele agrietarse ya que se trata de un elemento
delgado colocado sobre la solera con cierta independencia de la misma.
Cualquier irregularidad o simples presiones puntuales pueden partirla con
facilidad. En su escaso espesor tiene su debilidad por una parte y la
dificultad para intercalarle un armado que le ayude a soportar las tracciones
puntuales que se produzcan. Sin embargo hace mucho ya que existen casas
con soluciones de armados con fibras de acero que precisamente evitan este
problema y dotan de resistencia a este elemento. Su coste es relativamente bajo
y, estando de acuerdo en que el problema de los garajes no es importante,
tampoco resulta costoso evitarlo.